martes, 7 de febrero de 2012

Cenizas en el cielo Nocturno - Hijas de la Luna - Parte VI



Anocheció y con ello llegó el despertar de la cuadrilla. Cada vez tenían más claro que si querían averiguar que estaba sucediendo realmente, no les quedaría mas remedio que visitar Reinickendorf, pero,ya que no estaban totalmente convencidos debido a los rumores que habían escuchado del distrito, decidieron buscar más información en los bajos fondos.


Se dirijieron a la zona circundante del distrito maldito, y caminaron entre callejones hasta topar con un antro, de aspecto siniestro y del que provenía una estridente música. El sitio tenia un letrero de neón que, por su estado y el leve parpadeo de sus luces, dejaba claro que había pasado tiempos mejores. En la entrada, un par de tipos, quizá yonkis, quizá sólo borrachos, que discutían de algo sin mayor importancia, y a los que parecia no molestarle en absoluto el olor a vómito sangre y orina que había en el ambiente.
Entraron sin pensarselo más, y se dedicaron a buscar rastro de alguno de los suyos, ya que no era de extrañar que los vastagos escojieran como lugares de caza sitios así debido a la facilidad y poca resistencia que ofrecían los humanos. 
Belphegor
A medida que caminaban entre la gente por el local, algo, alguien, llamó su atención; en uno de los laterales de la barra, sentado, junto a dos o tres chicas, se encontraba un personaje que resaltaba sobre los demás, era alto y moreno, con una larga melena lisa e iba totalmente vestido de negro, con una larga gabardina cubriendo sus hombros, pero, sin duda, lo que más llamaba la atención era su rostro, o más bien su ausencia de él, ya que se encotraba totalmente cubierto por una máscara plateada que tenía aspecto de ser bastante pesada.
Decidieron hablar con él, y comprobaron que, pese a su aspecto,  parecía sincero e incluso hasta algo amigable. Se presentaron y el respondió, su nombre era Belphegor, al menos, el nombre por el que se le conocía, le hicieron las preguntas que tenían y les habló de Reinickendorf, aunque no añadió nada nuevo, sólo les confirmó que no era de estrañar que la secta se encontrase allí, y que si pensaban ir se andasen con ojo ya que no hay noticias claras de lo que allí habita. También añadió que parecia que la secta tenía cierto interes en Ingrid, pero no que quisieran causarle daño, si no que se uniera a ellas, y que si se enteraba de algo más les informaría, por lo que intercambiaron números de teléfono y se marcharon de allí.


Sin más preambulos, cogieron el metro rumbo a Reinickendorf  y se dieron cuenta de que, a medida que quedaban menos paradas para llegar, el vagón se iba quedando más y más vacio, hasta el punto de que eran los únicos pasajeros con ese destino. La cuadrilla bajó del vagón al llegar a su destino, y lo que vieron era asolador; un distrito, pese a ser de noche, mucho más oscuro de lo habitual.
Las farolas apenas tenían luz, si es que alguna funcionaba todavia, los edificios estaban descuidados y algunos incluso en ruinas, las calles desiertas y carentes de limpieza, la gente parecía haber desaparecido, salvo un par de vagabundos que no tenían otro sitio al que ir, y a los que Auron, no dudo en ayudar en la medida que pudo.
Caminaron sin apenas rumbo por las calles y en todas partes era igual, hasta que llegaron a una zona más desolada aun si cabe, donde, de entre las sombras de un callejón, un misterioso y sombrio personaje apareció, caminando hacia el grupo con una sonrisa diabólica en su rostro…

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