lunes, 9 de enero de 2012

Cenizas en el cielo Nocturno - Hijas de la Luna - Parte I


Poco sabían acerca del motivo, ni tan siquiera esperaban que se les llamara ese día, y mucho menos la cadena de acontecimientos que se iba a desatar a partir de entonces, pero sucedió.
Auron y Cenarius se encontraban tranquilamente en su territorio, situado en las afueras de Málaga donde se mantenían alejados de la contaminación y el mundanal ruido cuando recibieron una llamada telefónica de vital importancia.
En dicha llamada, se les indicaba que debían prepararse para dejar el hogar y partir ésta vez hacia el norte, muy al norte, concretamente a Berlín, la capital Alemana, y ponerse a las ordenes del príncipe Wilhelm Waldburg.
Una ciudad desconocida, una misión desconocida y un idioma apenas conocido para ambos, sin embargo sabían de sobras que negarse a ello podría provocar incluso su muerte definitiva, es decir, su segunda muerte.
Con apenas el mínimo equipaje, se dirigieron hacia el aeropuerto de Málaga, donde un avión les estaría esperando para llevarlos a su destino.



En otro lugar, casi en el mismo momento, una joven hermosa y adinerada tenía una pequeña charla con su progenitor, se trataba de Ingrid Weiss, la dueña de una de las tiendas de moda más famosas de todo Berlín. El Sire de Ingrid, llamado Peter Kleist, era un leal partidario del príncipe Wilhelm y odiaba profundamente al príncipe Gustav; sí, Berlín era una ciudad gobernada por dos príncipes debido a la construcción del Muro de Berlín tras la II Guerra Mundial, y ahora que el muro había caído, ninguno de los dos pretendía ceder el lugar al otro, por lo que había una constante tensión entre ambos mandos, así que la conversación había empezado como ya era habitual, mostrando su gran desprecio por Gustav, y contándole a la muchacha, que escuchaba con atención, que vendría ayuda del exterior para unirse a su causa, así que debían ponerse en contacto con Siegfried van Hallen, uno de los conocidos de Peter.




Siegfried era un hombre de negocios, eso saltaba a la vista nada más observarle, y la muerte no cambió esa actitud ni un ápice. Se dedicada a la compra venta y alquiler de propiedades, pero abarcaba una clientela un tanto "especial", es decir, ayudaba a otros vástagos, tanto locales como extranjeros, a encontrar un sitio en el que resguardarse durante su estancia.
Peter, que ya había trabajado varias veces con el con anterioridad, había avisado con antelación al Ventrue, y quedaron en verse en uno de los pisos que tenía disponibles, después de que se hiciera efectiva la recogida en el aeropuerto.

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