martes, 24 de enero de 2012

Cenizas en el cielo Nocturno - Hijas de la Luna - Parte IV



La noche fue tranquila.. para casi todos.
Ingrid se levantó como todas las noches, pero cual fue su sorpresa al toparse con un fuerte olor a sangre que provenía de una de las amplias paredes de su habitación.
Alzó la mirada y descubrió, dibujada con sangre, una gran marca cuyo significado desconocía, que parecía aun fresca. Aterrada, decidió contactar con los miembros de su nueva cuadrilla y acordó reunirse con ellos en el piso donde residían los Gangrel para contarles lo sucedido.


Cuando se reunieron decidieron que por ahora, Ingrid se quedaría en el piso hasta esclarecer lo sucedido, así que Cenarius la acompañó a casa a recoger algunas de sus pertenencias, mientras que Auron preparaba algunas trampas por seguridad.
A la noche siguiente, cual fue su sorpresa cuando descubrió que habían marcado, de la misma forma, la pared de la habitación donde dormía Ingrid. Así mismo, no había ninguna otra pista clara acerca de cómo habían entrado, por lo que se decidieron a investigar seriamente lo ocurrido.
Su primer paso fue ir en busca del significado de la marca, así que pensaron en acudir a una biblioteca y justamente había una cerca del piso.


Helga von Vogelweide
Al entrar, aparentemente no se encontraba nadie en ella, sólo vieron un montón de libros desordenados, conforme se iban acercando, empezaron a escuchar sonidos, y descubrieron, tras una montaña de libros, a una chica, de unos 18 años, vestida con ropa oscura, que, aparentemente, era de unas tres o cuatro tallas mayor a la que debería usar. Tenía el pelo moreno, recogido descuidadamente, y tras unas pequeñas gafas se encontraba una mirada un tanto despistada.
Al verla, el grupo decidió echarle una mano, ella se presento como Helga, también añadió que le habían transferido hace poco a la biblioteca.
Tras la presentación, le enseñaron la marca, a lo que ella respondió que le parecia haberla visto entre alguno de los libros, le dejaron una copia y prometió avisarlos en cuanto lo encontrase. Ingrid por su parte, le dejó un mensaje a su sire preguntandole acerca de lo mismo. Ambos llegaron a la misma conclusión, se trataba de una marca antigua, de un lenguaje perdido que se utilizaba en alguna secta.


El grupo decidió indagar más, así que tras meditarlo pusieron rumbo al refugio habitual de los nosferatu, es decir, el alcantarillado de Berlín.

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